En el diseño de este singular vestido se consideraron como motivo central los atuendos que las mujeres de Aguascalientes usaron desde principios del siglo XX, retomando para ello las siluetas y formas de vestir más representativas tanto de las damas hacendadas como de las campesinas.
Así, el atuendo se presenta
en su blusa con un cuello alto, las mangas amplias en su extremo superior y
ajustado en su base inferior, invariablemente el talle va ceñido a la cintura.
En esta composición se
destaca notablemente el fino y delicado trabajo de deshilado, las alforzas y el
bordado a mano, detalles que en los atuendos de nuestras mujeres eran
indispensables y que, con el paso de los años, poco a poco han ido cediendo su
lugar a otro tipo de ornamentaciones.
La amplia falda ha sido
diseñada a partir del uso de cortes llamados “cuchillas” donde se pueden
apreciar, por una parte, diversas muestras de la tradicional y exquisita labor
manual del deshilado aguascalentense, que en algunos casos cabe señalarlo y
denunciarlo, ha ido desapareciendo por su falta de revaloración y de promoción
entre las nuevas generaciones.
Por otra parte,
armoniosamente configurada y bordada a máquina, se exhibe la balaustrada del
típico y añejo Jardín de San Marcos, escenario indiscutible de nuestra máxima
festividad.
En el arco central de la
balaustrada se aprecian los gallos en actitud competitiva, símbolo propio del
himno popular de los aguascalentenses. Completa el atuendo el impresionante
holán de la falda, cuyos motivos ornamentales son los arcos señoriales del
Palacio de Gobierno entre los cuales se afianzan guías de racimos de uvas.
El traje típico del hombre
rinde homenaje al trabajo y consta de un overol de mezclilla con camisa a
cuadros y en la cabeza llevan un paliacate con sombrero de paja también conocido
como traje de ferrocarrilero.