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Folclore de Jalisco



Las danzas y bailes típicos de Jalisco incluyen el son de la negra, la danza de los sonajeros y, especialmente, el jarabe tapatío. Este último se ha convertido en el baile nacional mexicano.

Todas estas manifestaciones están marcadas por la música mariachi, también oriunda de México. En general, estos estilos muestran la mezcla de la cultura indígena con la que llevaron los conquistadores españoles.


El estado de Jalisco forma parte de los Estados Unidos Mexicanos. Su nombre proviene de la palabra náhuatl «Xalisco», que significa “sobre la arena”.

Es el lugar de nacimiento de los charros, el tequila y el mariachi, todas tradiciones que marcan la identidad cultural de la nación completa.


Los bailes se pueden dividir entre sones, jarabes y danzas. Los primeros aparecen en las costas durante la época colonial, con elementos indígenas y españoles.

El jarabe, por su parte, fue el más popular en todo el país. Según algunas teorías proviene del jarabe gitano y aparece a finales del siglo XVII.

Los sonajeros representan una de las danzas más populares. En ocasiones las danzas tienen relación con las celebraciones religiosas.


Jarabe tapatío

Hay diversas teorías sobre el nacimiento de este baile. Algunos piensan que apareció durante la revolución de 1870 y otros durante la época virreinal, a finales del siglo XVIII.

También existen varias teorías sobre su nombre. Ciertos expertos señalan que proviene de la palabra “xolot”, de origen árabe, y que denomina a una mezcla de hierbas. Otros sostienen que alude a la dulzura que muestran los bailarines.


El baile es una representación del cortejo amoroso entre el charro mexicano y la china poblana.

El hombre es el que comienza a cortejarla, recibiendo el rechazo. Él vuelve a insistir, poniendo su sombrero charro en el suelo. Al final la mujer acepta el sombrero, lo recoge y tapa con este la cara de ambos.

Son de la negra

El son de la negra casi ha conseguido desplazar al jarabe tapatío como baile más popular de México.

Este baile se representó en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque su origen es muy anterior. Es una de las más típicas representaciones de la música mariachi.

De acuerdo con el etnólogo Jesús Jáuregui sus raíces se encuentran en la época posterior a la independencia mexicana, aunque se han ido añadiendo elementos hasta llegar a la representación que hoy se conoce.


De acuerdo con algunas investigaciones, se trata de una canción amorosa dedicada a Albina Luna “La negra”, una mujer nacida en Tepic en 1911.

Al bailarlo, la mujer se pone una falda de colores vivos, mientras que el hombre viste camisa y calzón de manta.

La culebra

Este baile tiene un origen que se remonta a la época prehispánica. Se señala que los indígenas de la zona ejecutaban un baile similar durante sus ceremonias y consideraban a la culebra como una diosa de la fertilidad.

La primera referencia escrita sobre esta danza se encuentra en los trabajos del fraile Francisco Ximénez, en 1722.


La historia que representa es la de unos campesinos que acuden a defender a las mujeres asustadas por un nido de culebras.

Al principio esquivan los ataques de los animales usando sus sombreros, pero al final son mordidos y mueren en los brazos de las féminas.

Danza de la palma

Esta danza está estrechamente relacionada con las celebraciones religiosas. Se suele realizar durante las festividades del santuario de Zapopan.

Su origen, aunque tiene algunas influencias indígenas, es español y tiene más de 300 años de antigüedad.


Su nombre proviene del abanico de plumas que llevan los danzantes y que mueven al ritmo de la música. En ocasiones se puede sustituir por una cruz.

Los bailarines visten tocados de hojalata y trajes brillantes. Los instrumentos que se utilizan son las sonajas y el violín.

Danza de los sonajeros

Esta danza se originó en el municipio de Tuxpan, aunque hoy en día se ha extendido por todo el estado.

Existe documentación datada de 1872 que cuenta cómo se formó una cuadrilla de sonajeros tras una rebelión indígena.

Su práctica está ligada a las celebraciones religiosas, especialmente las dedicadas a San Juan Bautista.


El nombre proviene de las sonajas que acompañan a los danzarines y que hacen sonar durante la ejecución.

Estas pueden ser unos bastones con piedrecitas en su interior o unos paños labrados con ruedas de hojalata insertas en estos.


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